¿Existen los flechazos?
No
sé, piénsenlo. ¿Realmente puede existir tanta magia en el ambiente o en la
mirada de dos personas que solo con eso saben que nada volverá a ser igual?
Algún
día les contaré mi historia de amor, que se remonta a muchos años atrás y… ¿un
flechazo? No sé yo… Pero hoy no es ese día.
Hoy
más bien tenemos que hablar sobre Ana y sobre Rodrigo, sobre la historia que
viven que es más extraña que un perro verde. ¿Verde? Puede que eso exista ya
teniendo en cuenta cómo está el mundo… Digamos que esa relación ni amistad del
todo ni amorío ni de lejos, comienza con el flechazo de ella. Pero una serie de
acontecimientos irán enrevesándolo todo. Tanto es así que va a llegar un
momento que no van a saber qué hacer, qué decir, ni qué nada.
Las
mentiras, las verdades a medias y las verdades se tornan demasiado difíciles de
asimilar, de plantear y de explicar. Vamos, como en la vida real. A veces nos
metemos en berenjenales de los que no sabemos salir y en vez de eso, lo que
hacemos es aumentar y hacer cada vez más grande la bola. Y más. Y más. Hasta
que explota claro está. No se va a desinflar poco a poco, eso sería demasiado
fácil.
Hoy
no les voy a hacer ningún spoiler más, porque merece la pena saborear cada una
de las situaciones a las que llegan y que cada vez son más surrealistas, pero
así pueden analizarlas y ver las similitudes con las reacciones y la vida en
general que vivimos aquí, en la vida ‘real’.
¿Puede
un melocotón estar loco?
No
sé, se me ocurre que podría ser y un montón de hipótesis, pero me gustaría
saber qué teorías conspirativas se les ocurren a ustedes…
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